jueves, 4 de noviembre de 2010

La Edad de oro

La edad de oro

Se relaciona con una gran variedad de ejes temáticos, ya que parte de la base de que se añora un mundo anterior que ha sido más justo y que ha implicado una vida menos dolorosa. Por esta razón, se podrá vincular siempre a lugares mitológicos y paradisíacos como la Arcadia, el Dorado, ínsulas extrañas o afortunadas, o bien a una utopía político-social de lleva consigo una visión profética.


Me alegra que la forma de Estado que para toda la humanidad yo deseo la hayan encontrado los utópicos. Merced al sistema de vida que adoptaron han constituido no solamente la más feliz de las Repúblicas, sino también la más duradera (…). Extirparon de raíz, junto con los demás vicios, todos los gérmenes de ambición y todas las rivalidades, evitando de esta manera el peligro de discordias civiles que causaron la ruina de tantas ciudades. Asegurada la concordia interior, la solidez de sus instituciones, evita que la envidia de los príncipes vecinos turbe y conmueva su Imperio.



Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima […], sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras, tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto
»Miguel de Cervantes y Saavedra

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