jueves, 4 de noviembre de 2010

Narciso


era un joven conocido por su gran belleza. Acerca de su mito perduran varias versiones, entre las que se cuenta la de Ovidio, que fue el primero en combinar las historias de Eco y Narciso, y relacionarlas con la anterior historia del vidente-ciego Tiresias.

Según esta última, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.




Crece el insano ardor, crece el engaño
del que en las aguas vio su imagen bella;
y él, sola causa en su mortal querella,
busca el remedio y acrecienta el daño.

Vuelve a verse en la fuente ¡caso extraño!:
del'agua sale el fuego; mas en ella
templarlo piensa, y la enemiga estrella
sus ojos cierra al fácil desengaño.

Fallecieron las fuerzas y el sentido
al ciego amante amado, que a su suerte
la costosa beldad cayó rendida.

Y ahora, en flor purpúrea convertido,
l'agua, que fue principio de su muerte,
hace que crezca, y prueba a darle vida




Persefone

Perséfone es hija de Zeus y Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa de la fertilidad y el trigo). Su tío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se enamoró de ella y un día la raptó.

La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y hermanas de padre, Atenea y Artemisa (ver artículo), y en el momento en que va a tomar un lirio, (según otras versiones un narciso), la tierra se abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.

De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el rapto se realizó con la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo que ésta inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.

Al tiempo, Zeus se arrepintió y ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues la muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en el Infierno, no se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que un bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para siempre.

Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre, mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.

Perséfone es conocida como Proserpina por los latinos.

La leyenda cuenta que el origen de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace.

Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Deméter y confinada a el Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.

Sisifo


hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, y así indefinidamente.

Camus desarrolla la idea del "hombre absurdo", o con una "sensibilidad absurda". Es aquél que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida. Ésta, afirma, es la única alternativa aceptable al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las religiones (e incluso del existencialismo, que por tanto Camus no aceptaba completamente). Aprovechándose de numerosas fuentes filosóficas y literarias, y particularmente de Dostoievski, Camus describe el progreso histórico de la conciencia del absurdo y concluye que Sísifo es el héroe absurdo definitivo.

En su ensayo, Camus afirma que Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo abajo. En ese punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante: "Uno debe imaginar feliz a Sísifo", declara, por lo que aparentemente lo salva de su destino suicida.

La obra se cierra con un apéndice sobre la obra de Franz Kafka, interpretada finalmente de manera similar, en términos de un esteticismo, a su modo, esperanzador.


aciturna está la noche,
y yo Rimbaud medio embriagado,
desde la orilla de este río menguante,
quisiera crucificarme sempiterno
en tus profundas entrañas de amapola.

Mientras la tenue luna
siga sembrando versos
de aroma a escarcha,
y el vino
no deje de fluir
por mis venas
transidas de dolor...

Sementará la aurora
tierno nogal de Belleza
en tu pecho abierto
de enhiesta pasión bruñida.

Se acuñaran pantagruélicos rosales
de hermosa vida impura
sobre mi errante bohemia
de incansable camino.

...y ascenderán febriles nuestros cuerpos
gimiendo Universo agradecido.
Inhalaremos la esencia profana
de la Diosa Afrodita...

...y colmados de Placer
caeremos sucumbidos
en el dulce regazo de la muerte.

Diana dios con Acteón


La diosa Ártemis-Diana es la protectora de la caza, su actividad habitual. En este cometido recorría bosques y montes acompañada de su séquito de ninfas. Cuando estaban cansadas y sudorosas tras el ejercicio solían descansar en las orillas de remansos de los ríos o fuentes rumorosas y aprovechaban para tomar un baño. Las diosas eran muy celosas de su intimidad y no podían ser vistas en su desnudez por ningún mortal so pena de arrostrar el castigo correspondiente.

Esto le ocurrió a Acteón, un joven de la familia real de Tebas, educado por el centauro Quirón, que practicando un día en el monte Citerón su actividad favorita, la caza, encaminó involuntariamente sus pasos hasta el lugar donde la diosa y sus ninfas tomaban un baño. El joven no se retiró sino que se quedó contemplando la escena con sus mortales ojos, extasiado ante la visión de la belleza de la diosa.

Ártemis, irritada al sentirse observada, lo castiga duramente: lo convierte en un ciervo y excita contra él a los perros que integraban su jauría. Acteón conserva su consciencia humana e intenta hablar con los perros que no lo reconocen y se abalanzan sobre él, desoyendo los sonidos lastimeros que el ciervo emitía en su deseo de que lo reconocieran. Luego buscan desesperados a su amo por todo el bosque hasta llegar a la cueva donde habitaba Quirón quien, para consolarlos, modeló una estatua a imagen de Acteón y se la mostró.



Era un murmullo el bosque, era la brisa leve caricia en vuelo que no acaba; eran besos las flechas en la aljaba suspendida del hombro de Artemisa. Virginal cazadora que improvisa senderos, sobrepuja cada traba, se cierra al hombre a pasador y aldaba, y donde nadie ha caminado, pisa. Quien desnuda la vio, sufrió la suerte del ciervo, el oso, el jabalí: La muerte al impacto de su arma arrojadiza. Quien amarla intentó, logró el rechazo. Ésta no era la diosa del abrazo, sino del pulso que se independiza.

Cupido



su propia madre, Venus, se sorprendió cuando vio que pasaba el tiempo y la criatura no crecía como era de desear. Así que fue hasta el oráculo de Temis para consultarle su problema, y éste le contestó: "El Amor no puede crecer sin Pasión".

Lo cierto es que Venus no acabó de entender esa respuesta... Hasta que nació su hijo Anteros, el dios de la pasión. Cuando estaba junto a él, Cupido crecía hasta convertirse en un apuesto joven; pero cuando se separaban, el dios del amor volvía a su forma infantil y seguía con sus travesuras.

Cupido no sólo hacía nacer el amor en los demás, sino que también él lo experimentó en sus propias carnes. Por aquel entonces vivía en la Tierra una princesa llamada Psique, a la que Venus envidiaba por su gran belleza. Celosa, la diosa decidió acabar con la joven y ordenó a Cupido que se encargara del asunto. Pero su hijo, al verla, se enamoró de Psique y no cumplió con su cometido. Más bien al contrario: se casó con ella.

Como mortal, Psique tenía prohibido mirar a Cupido, y respetó esa norma hasta que un día, incitada por sus hermanas, no resistió más y le echó el ojo a su marido. Eso le valió el castigo de ser abandonada: desde entonces, Psique recorrió el mundo en busca de su amado superando los obstáculos que le ponían los dioses. Finalmente, los del Olimpo se compadecieron de ella, la hicieron inmortal y le permitieron volver a reunirse con Cupido.


A tu divina frente ¡oh poderoso
Niño! una venda con trabajo y arte
tejí de oro y colores, donde parte
retraté de tu triunfo glorioso.

En ella se ve atado al victorioso
carro el gran Febo, que la luz reparte,
preso Mercurio, encadenado Marte,
y Vulcano con muestras de celoso.

No se pudo librar con las reales
insignias Jove; mal pudiera Psique
resistir, si a éstos rinde tu fiereza.

Agravan mi prisión mayores males,
pues es fuerza que a un niño sacrifique
mi firme amor, y a un ciego mi belleza.

Faeton




Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po). Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.

La moraleja de la historia es un añadido posterior. En las primeras referencias homéricas Faetón es simplemente otro nombre del propio Helios. La sustitución de éste por Apolo como dios-sol sucedió más tarde que esta leyenda.

Se conservan fragmentos de la tragedia de Eurípides sobre este mito, Phaethon. Al reconstruir la obra perdida y discutir los fragmentos, James Diggle ha cuestionado el tratamiento del mito de Faetón.

El tema de la estrella caída debe haber sido familiar en Israel, pues Isaías se refiere a él cuando amonesta al rey de Babilonia por su orgullo. La Enciclopedia Judía cuenta que «es obvio que el profeta, al atribuir al rey babilonio un exceso de orgullo, seguido de su caída, tomó la idea prestada de una leyenda popular relacionada con la estrella de la mañana». La imagen de la estrella caída reaparece sin nombre en el Apocalipsis de Juan. En el siglo IV Jerónimo tradujo ‘estrella de la mañana’ por «Lucifer», llevando el elemento mítico de la estrella caída a la mitología cristiana.


udo quitarte el nuevo atrevimiento,
bello hijo del Sol, la dulce vida;
la memoria no pudo, qu'extendida
dejó la fama de tan alto intento.

Glorioso aunque infelice pensamiento
desculpó la carrera mal regida;
y del paterno carro la caída
subió tu nombre a más ilustre asiento.

En tal demanda al mundo aseguraste
que de Apolo eras hijo, pues pudiste
alcanzar dél la empresa a que aspiraste.

Término ponga a su lamento triste
Climente, si la gloria ganaste
excede al bien que por osar perdiste

Prometeo

Prometeo

uenta que cuando todos los seres inferiores fueron creados, Zeus pidió a Prometeo y a su hermano Epimeteo, que distribuyeran las facultades y dones de todas las criaturas. Epimeteo decidió realizar él mismo la distribución de facultades, y le pidió a su hermano, que la supervisara una vez hubiera terminado, y Prometeo aceptó.

Así pues, Epimeteo fue dando facultades a todas las criaturas, intentando evitar que alguna pudiera ser exterminada. De este modo, a algunos les confirió fuerza y fiereza, mientras que a los más débiles, les proporcionaba alas o velocidad, de modo que pudieran evadirse al ser atacados. También puso gran cuidado en que todas las especies pudieran sobrevivir a las estaciones de Zeus, dándoles pieles gruesas a unos, cascos en los pies a otros, siempre de un modo lo más equitativo y justo posible.

Sin embargo, tanto esmero puso Epimeteo en las demás especies, que pronto agotó todas las facultades, y el hombre quedó desnudo y desprotegido. Cuando Prometeo supervisó la distribución, cayó en la cuenta, que los dioses no aceptarían una criatura tan desprovista como el hombre, y que además sería fácilmente exterminada por las demás especies. Por tanto, se dirigió a la forja de Hefesto, y le robó el fuego, así como sus artes y las de Atenea, y se las entregó al hombre como regalo, convirtiéndolo así en la más inteligente y preparada de las criaturas.

Al ver esto Zeus, encolerizado, castigó a Prometeo, y ordenó que fuera encadenado en lo más alto del Caúcaso. Allí, todos los días un gran aguila descendería para atacarle y comerse su hígado. Mas como era un inmortal, su hígado se regeneraría de nuevo al día siguiente, para que nuevamente el águila lo devorase.

Larga fue la agonía de Prometeo, desde entonces considerado amigo del hombre, hasta que un día Heracles, en uno de sus viajes, se compadeció, y decidió liberarle.

Por suerte para Prometeo, Zeus tomó en buena consideración este acto, ya que Heracles era su hijo, y este acto de compasión le engrandecía. Así fue como Prometeo logró evitar su castigo, aunque fue obligado a llevar como recuerdo, un anillo con un fragmento de la piedra a la que estuvo encadenado.


En el barro esculpí a la Humanidad
Dándole al primer hombre su existencia,
Y logré asegurar su preeminencia
En un mundo de fiera hostilidad.

Rompí las reglas por necesidad

(todo es común en caso de emergencia),
y acepté, aún siendo injusta, la sentencia
que hirió mi cuerpo, no mi dignidad.



La Aurora

La Aurora

Aurora es la deidad que personifica el amanecer. Es una mujer encantadora que vuela a través del cielo para anunciar la llegada del sol. Sus hermanos son: el Sol y la Luna. Tuvo muchos maridos e hijos, cuatro de sus hijos son los vientos del norte, del sur, del este, y del oeste. Según el mito, sus lágrimas son las causantes del rocío mientras ella vuela a través del cielo llorando por uno de sus hijos que fue asesinado. Lucifer —uno de sus hijos— fue tomado por la mitología cristiana para representar a Satanás(de la Mitologia judia ). Su equivalente en la mitología griega es la diosa Eos

La Aurora, de azahares coronada,
sus lágrimas partió con vuestra bota,
ni de las peregrinaciones rota,
ni de los conductores esquilmada.

De sus risueños ojos desatada,
fragrante perla cada breve gota,
por seráfica abeja fue, devota,
a bota peregrina trasladada.

Uvas os debe Clío, mas ceciales;
mínimas en el hábito, mas pasas,
a pesar del perífrasis absurdo.

Las manos de Alejandro hacéis escasas,
segunda la capilla del de Ales,
Izquierdo Esteban, sí, no Esteban zurdo.

Luis de Góngora y Argote




Apolo y Dafne

Apolo y Dafne
Apolo, dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, era muy poderoso, pero no siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a que Eros (Cupido), irritado por las bromas de , le disparó a él una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel. Apolo se queda de una pieza. Al contrario que su padre Zeus, Apolo aceptaba los rechazos, aunque a veces la venganza era terrible. Por ejemplo, cuando la Sibila Deifobe le rechazó -a pesar de ofrecerle tantos años de vida como granso de tierra pudiése recoger- se enojó tanto, que le dio mil años más de vida... ¡pero sin eterna juventud! Pasó el resto de sus días metida en un tarro, en Cumas, sin que se le consediera su único deseo: la muerte.



Bermejazo Platero de las cumbres
A cuya luz se espulga la canalla:
La ninfa Dafne, que se afufa y calla,
Si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
Ojo del Cielo, trata de compralla:
En confites gastó Marte la malla,
Y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo,
Levantóse las faldas la doncella
Por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna Dueña Estrella,
Que de Estrella sin Dueña no lo infiero:
Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.



Francisco de Quevedo

Mitos

Mitos


Vita Theatrum

Vita teatrum( la vida como teatro)

Carácter representativo de la existencia humana, presentada como dramatización única e irrepetible del propio papel vital.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde­
-como todos los jóvenes,
yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos­
-envejecer, morir, eran tan sólo

las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo

y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


Vitta Sommium

Vitta Sommium ( la vida como sueño)

Carácter onírico de la vida humana, entendida como un sueño irreal, una ficción extraña y pasajera.

De "la vida es sueÑo"

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca




Vita Flumen

Vita Flumen (la vida como rio)

Es la idea de entender la vida como un río que desemboca en el mar, que es la muerte. Las resonancias son manriqueñas y es un tópico muy hermoso que el propio Machado ha empleado alguna vez. Una variación es el "Homo viator" (hombre viajero) donde se entiende la vida como un camino que nunca ha de volver. Es El todo pasa y todo queda de Antonio Machado o la referencia de Berceo en la introducción a los Milagros de Nuestra Señora, en que compara al hombre con un romero o peregrino.

Recuerde al alma dorminda,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

aunque la estrofa más popular es la sexta:

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu´es el morir.
Allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir.

Jorge Manrique

Vanitor Vanitatis

Vanitor Vanitatis ( Vanidade de vanidades)

Carácter engañoso de las apariencias, que exige el rechazo o renuncia de toda ambición humana, por considerarla vana


Por hacer más galana su venganza
y cobrar mil ofensas en un día,
ocultamente el arco Amor traía
como el que ocasión busca en su asechanza.

Cubría la virtud con gran pujanza
ojos y corazón de la porfía,
cuando a allí donde mellarse otra solía
bajó su flecha con mortal prestanza.

Y así turbada en el primer asalto,
no tuvo tanto ni lugar ni aliento
con que pudiese en la estrechez armarme;

o bien al monte fatigoso y alto
con astucia apartarme del tormento,
del que hoy quisiera y ya no puede hurtarme.

Cancionero

Uvi Sunt

Uvi Sunt (Donde están )

s la pregunta existencial sobre aquellos seres que formaban parte de la vida de un sujeto y que, por algún motivo, ya no están. Fundamentalmente, se refiere a aquellas cosas del pasado esplendoroso que, por el paso del tiempo, ya no están. Podría ser, también, la pregunta por aquellas personas queridas que han muerto y ya no están a nuestro lado. Puede ser, por otra parte, una interrogación por un tiempo pasado o un estado de cosas que se ha perdido. Así se lee en Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique:

¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?
¿Qué se hicieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?”

Jorge Manrique

Theatrum mundi

Theatrum mundi ( el teatro del mundo)


Carácter representativo del mundo y de la vida, entendidos como escenarios dramáticos en que diversos actores -los hombres- representan los papeles de una obra ya escrita.

Telón abierto,
actúo por inercia
y nunca acierto.

La Vida como camino

La vida como camino (Vita flumen)


Carácter fluyente de la existencia humana, equiparada a un río que avanza, sin detenerse, hasta fundirse en el mar, su muerte.



La muerte igualataria

La muerte igualataria

se refiere a la actuacin indiscriminada de la muerte, que establece la igualdad definitiva entre los hombres, sin distinguir clases, fortunas...

  • Nuestras vidas son los ríos
  • que van a dar en la mar,
  • que es el morir,
  • allí van los señoríos
  • derechos a se acabar
  • y consumir;
  • allí los ríos caudales,
  • allí los otros medianos
  • y más chicos,
  • y llegados, son iguales
  • los que viven por sus manos
  • y los ricos.
  • Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre

Momento mori

Momento MOri(Recuerdo de la muerte )

Es un tópico asociado a la inquietud humana respecto de la muerte y su cercanía constante. Al recordar que todos somos mortales, se asume la poca importancia de los asuntos terrenales y la igualdad de todos los seres humanos en la muerte.

Me parecía tener las manos vacías. Pero estaba seguro de mí, seguro de todo, más seguro que él, seguro de mi vida y de esta muerte que iba a llegar. Sí, no tenía más que esto. Pero, por lo menos poseía esta verdad, tanto como ella me poseía a mí.

Albert Camus(extranjero)

Locus amoemus

Locues amoemus (Lugar placentero)


básicamente, en la descripción idealizada de un paisaje o lugar muy apacible y propicio para el amor, a través de elementos naturales que se repiten (el prado, la sombra, las aves canoras, un arroyo cristalino) y que tienen el objetivo de crear un ambiente idílico



Saliendo de las ondas encendido, rayaba de los montes el altura el sol, cuando Salicio, recostado al pie de un alta haya, en la verdura, por donde un agua clara con sonido atravesaba el fresco y verde prado...

Homo Viator

Homo Viator(Hombre caminante)

Se interpreta la vida como un viaje, un largo camino en el que el hombre, peregrino, va cambiando y se va purificando, convirtiéndose en una persona más sabia y madura, a medida que experimenta las adversidades de la vida.

Fugit tempus

Fugit tempus(El tiempo se escapa)

Paso irremisible del tiempo ,todo se acababa.


QUE SE NOS VA LA PASCUA


¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Mozuelas las de mi barrio,
loquillas y confiadas,
mirad no os engañe el tiempo,
la edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
de la juventud lozana,
porque de caducas flores
teje el tiempo sus guirnaldas.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Vuelan los ligeros años
y con presurosas alas
nos roban, como harpías,
nuestras sabrosas viandas.
La flor de la maravilla
esta verdad nos declara,
porque le hurta la tarde
lo que le dio la mañana.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Mirad que cuando pensáis
que hacen la señal de la alba
las campanas de la vida,
es la queda, y os desarma
de vuestro color y lustre,
de vuestro donaire y gracia,
y quedáis todas perdidas
por mayores de la marca.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Yo sé de una buena vieja
que fue un tiempo rubia y zarca,
y que al presente le cuesta
harto caro el ver su cara,
porque su bruñida frente
y sus mejillas se hallan
más que roquete de obispo
encogidas y arrugadas.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Y sé de otra buena vieja
que un diente que le quedaba
se lo dejó estotro día
sepultado en unas natas;
y con lágrimas le dice:
«Diente mío de mi alma.
yo sé cuándo fuistes perla,
aunque ahora no sois nada».
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas,
antes que la edad avara
el rubio cabello de oro
convierta en luciente plata,
quered cuando sois queridas,
amad cuando sois amadas;
mirad, bobas, que detrás
se pinta la ocasión calva.
¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Luis de Góngora

La Edad de oro

La edad de oro

Se relaciona con una gran variedad de ejes temáticos, ya que parte de la base de que se añora un mundo anterior que ha sido más justo y que ha implicado una vida menos dolorosa. Por esta razón, se podrá vincular siempre a lugares mitológicos y paradisíacos como la Arcadia, el Dorado, ínsulas extrañas o afortunadas, o bien a una utopía político-social de lleva consigo una visión profética.


Me alegra que la forma de Estado que para toda la humanidad yo deseo la hayan encontrado los utópicos. Merced al sistema de vida que adoptaron han constituido no solamente la más feliz de las Repúblicas, sino también la más duradera (…). Extirparon de raíz, junto con los demás vicios, todos los gérmenes de ambición y todas las rivalidades, evitando de esta manera el peligro de discordias civiles que causaron la ruina de tantas ciudades. Asegurada la concordia interior, la solidez de sus instituciones, evita que la envidia de los príncipes vecinos turbe y conmueva su Imperio.



Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima […], sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras, tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto
»Miguel de Cervantes y Saavedra

Descriptio Poellae

Descriptio Poellae (Descripción de la mujer)

Descrita siguiendo siempre un mismo esquema: joven rubia, de ojos claros, serenos, de piel blanca, labios, rojos, mejillas sonrosadas, etc.Descriptio puellae (descripción de la mujer). Responde a una fórmula muy conocida de la poesía de la Edad de Oro. El rostro es el centro de esta belleza, se habla de su cabello -rubio-, de su tez, del color blanco, de sus frente, de sus cejas, de sus ojos, de su boca, de su cuello, de sus dientes... Petrarca lo dominó en sus poemas dedicados a Laura.


EN LA MUERTE DE LAURA

Sus ojos que canté amorosamente, su cuerpo hermoso que adoré constante, y que vivir me hiciera tan distante de mí mismo, y huyendo de la gente, Su cabellera de oro reluciente, la risa de su angélico semblante que hizo la tierra al cielo semejante, ¡poco polvo son ya que nada siente! ¡Y sin embargo vivo todavía! A ciegas, sin la lumbre que amé tanto, surca mi nave la extensión vacía... Aquí termine mi amoroso canto: seca la fuente está de mi alegría, mi lira yace convertida en llanto.

Petrarca



Carpe Diem

Carpe Diem(DISFRUTA DEL MOMENTO)


Tópico tomado de Horacio Disfruta y aprovecha cada momento de tu tiempo. Muy utilizado sobre todo en la poesía renacentista.



Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi fienm di dederint, Leuconoe, nec Babilonios temptaris numeros. Ut melius quicquid erit pati!
Seu pluris hi
emes seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrenum, sapias, vina liques et spatio brevi spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.



No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.

Horacio.

El dichoso aquel

El dichoso Aquel


dichoso aquél (beatus ille)

ichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda, y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador, ni tiene miedo a los ataques del mar; que evita el foro y los soberbios palacios de los ciudadanos poderosos.

Beatus ille qui procul negotiis,

ut prisca gens mortalium

paterna rura bobus exercet suis,

solutus omni fenore,

neque excitatur classico meles truci 5

neque horret iratum mare,

forumque vitat et superba civium

potentiorum limina.




La Dorada Mediania


La Dorada Menianía (Aurea mediocritas)

Tópico pronunciado por primera vez por Horacio que decía que no está tan mal no ser rico e ir haciendo una vida normal.



LA MEDIOCRIDAD DORADA

Vivirás mejor, Licinio, si no te adentras
siempre en alta mar ni, por miedo a las tormentas,
te aproximas demasiado a la costa.

Los que prefieren la mediocridad dorada
encontrarán abrigo y se hallarán a salvo
del precario techo en ruinas y de la envidia de los salones.

Al pino muy alto el viento lo sacude más;
la torre elevada se derrumba con estruendo;
el rayo alcanza las cumbres más altas de las montañas.

En los desastres, el carácter bien dispuesto espera,
y en la bonanza se prepara para el cambio de suerte.
Es natural que un inverno duro llegue y se vaya.

Lo malo no perdura.
Apolo tensa unas veces el arco de la guerra,
pero otras empuña su cítara para despertar a la música.

Sé valiente y alegre en la adversidad,
pero cuando el viento sopla demasiado favorable
el sabio se apresta a recoger las velas.

Horacio .